miércoles, abril 30, 2014

La 4ª, de Mario Crespo


Lo que más me dolió fue que mi padre no quisiese escucharme cuando le advertí que desfilar en aquella procesión resultaría peligroso. Como de costumbre, cerró el debate de manera unilateral, con una sonrisa altiva y su clásica frase: “tú vives en otro mundo”.
Por entonces yo ya era capaz de predecir sucesos futuros. Sin embargo, aquel Domingo de Ramos no tuve presentimiento alguno; fue el sentido común lo que me hizo entender que un peligro sordo se cernía sobre el desfile, o más bien sobre las consecuencias de participar en él: procesionar con trece años por las calles de una procesión similar a una romería en la que los niños, generalmente menores de diez años, acompañana a Jesús con palmas y ramas de olivo, me convertiría en el hazmerreír de la clase si mis compañeros me veían. Especialmente un grupo concreto de ellos. Era nuevo en el colegio y tenía dificultades para integrarme en una sociedad donde los apellidos funcionaban como títulos nobiliarios y yo era un simple plebeyo. Por si esto fuera poco, mi actitud defensiva me había conducido a granjearme la enemistad de los matones de mi clase, que llevaban meses intentando cazarme.
[Años 80]

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El visionado de El padrino ha supuesto para él un retroceso a su niñez, pero también una transición hacia su madurez, pues ambas etapas vitales también existen en el marco de esa cuarta dimensión donde se conectan las mentes de todos aquellos que además de leer ficción, son capaces de recrearla; de vivirla. Carlos es capaz de eso y de mucho más, puesto que posee un don especial: predecir sucesos futuros. Y en este Lunes Santo algo le dice que un peligro le acecha.
[Años 90]

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El mundo de hoy, gestionado por veintitrés particulares, es más injusto que nunca, pero la población que vive en él es la más feliz de la historia; según estadísticas oficiales, el número de suicidios se ha reducido hasta mínimos nunca antes alcanzados. Aunque esto quizá sea debido a la reciente legalización de algunas drogas o al hecho de que haya fútbol televisado todos los días a todas horas. En cualquier caso, en el mundo de hoy, el ciudadano puede elegir el modelo de vida que quiere vivir. Si se decanta por la vida urbana, elige el consumo rápido, incluido el de su propio cuerpo. Si por el contrario prefiere la rural, se ve abocado a una existencia carente de grandes emociones, pero mucho más sana y duradera. No obstante, ambos modelos están controlados por los mismos hombres, y también por las mismas marcas. Un mismo sistema para dos modelos de vida condicionados únicamente por el entorno.
[Año 2046]

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Quizá haya elegido el peor momento de la historia para dedicarme a la literatura. Y digo quizá porque en el mundo de hoy las certezas no existen; todo es confusión e incertidumbre. Acaso el fin del mundo que profetizaron los mayas para el año 2012 sea cierto y estemos contemplando el ocaso de la civilización; la clase política, perpetuada como casta y manipulada a su vez por otra casta, la de los financieros, nos ha conducido a la peor situación socioeconómica que he conocido en mis casi cuarenta años de vida. Vivimos tiempos oscuros, el país se ha empobrecido de la noche a la mañana y el ciudadano tiene miedo. No obstante, yo estoy dispuesto a resistir desde mi silla de oficina. La silla no sólo aumenta mi autoestima, además me recuerda que trabajo para la industria que mueve el motor de la evolución; la industria de la cultura.
[Año 2012]


[Ediciones Lupercalia]

lunes, abril 28, 2014

Maestros Antiguos, de Thomas Bernhard


Leí este libro el año pasado, y es dinamita pura, uno de los textos más rotundos y viscerales de Thomas Bernhard. Sin embargo, no lo había comentado aquí aún porque tenía previsto anotar tantas frases, tantos pasajes y tantas sentencias que me dio pereza y fui posponiendo la tarea. Revisarlas ahora y copiarlas para tenerlas en mis archivos y para difundirlas en este blog ha sido como una relectura, una gran relectura. En Maestros Antiguos conocemos el pensamiento de Reger, un crítico y músicólogo que acude a diario a la misma sala del mismo museo y le cuenta al narrador lo que observa y lo que piensa, lo que sabe y lo que analiza. Como siempre digo: en los libros de Bernhard el argumento es lo de menos. Lo que importa es el ritmo, la música de sus frases (Miguel Sáenz siempre hace un trabajo excepcional), lo que dice y cómo lo dice, sin olvidar los ataques a todo: a la política, a la sociedad, a los falsos artistas que viven de subvenciones, a las masas, a la ciudad… Lo dicho: dinamita. Y de muestra, un montón de fragmentos:

Metemos e introducimos cuanto tenemos en una persona así y ella nos deja, se nos muere, para siempre, así él. Y a eso se añade aún lo inesperado, el hecho de no haber previsto la muerte de esa persona, ni por un momento había previsto la muerte de mi mujer, la consideraría como si tuviera una vida eterna, nunca había pensado en su muerte, dijo, como si ella fuera a vivir realmente con mi sabiduría hasta la infinitud en calidad de infinitud, así él.

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Sólo cuando amamos a una persona con un amor tan desenfrenado, como yo amaba a mi mujer, creemos realmente que vivirá eternamente y hasta la infinitud.

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El Estado da a luz a sus niños en el Estado, ésa es la verdad, el Estado da a luz a sus niños en el Estado y no los deja ya. Vemos, adondequiera que miremos, sólo niños del Estado, alumnos del Estado, trabajadores del Estado, funcionarios del Estado, ancianos del Estado, muertos del Estado, ésa es la verdad. El Estado fabrica y permite únicamente seres del Estado, ésa es la verdad. El ser natural no existe ya, sólo hay seres del Estado y, donde existe aún el ser natural, se le persigue y se le acosa a muerte y/o se le convierte en hombre del Estado.

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Si existe el infierno, y naturalmente que existe el infierno, dijo, entonces mi infancia fue el infierno. Probablemente la infancia es siempre un infierno, la infancia es el infierno, dijo, da igual qué infancia sea, es el infierno. La gente dice que ha tenido una hermosa infancia, pero sin embargo fue el infierno. La gente lo falsifica todo, y falsifica también la infancia que tuvo.

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Siempre he aborrecido las aglomeraciones humanas, durante toda mi vida las he evitado, nunca he ido a ninguna asamblea, de la clase que fuera, a causa de mi aborrecimiento por las masas, como tampoco Reger, por cierto, nada aborrezco más profundamente que la masa, la multitud, la realidad es que creo continuamente que, incluso sin buscarla, seré aplastado por la masa o por la multitud. Ya de niño me apartaba de ella, de la masa, aborrecía la multitud, la aglomeración de gente, esa concentración de bajeza y aturdimiento y mentira.

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Al fin y al cabo, la gente comete en los museos siempre el error de proponerse demasiadas cosas, de querer verlo todo, y así anda y anda y mira y mira y de pronto se derrumba porque, sencillamente, ha devorado demasiado arte.

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Todo lo actual está lleno de vileza y lleno de maldad, mentira y traición, dijo Reger, tan desvergonzada y pérfida como hoy no ha sido nunca la Humanidad. Podemos mirar lo que queramos, podemos ir a donde queramos, sólo veremos maldad y bajeza y traición y mentira e hipocresía y siempre nada más que una absoluta abyección, da igual lo que miremos, igual a donde vayamos, nos enfrentaremos con maldad y con mentira e hipocresía. Qué otra cosa vemos más que mentira y maldad, que hipocresía y traición, que la abyección más abyecta cuando vamos aquí por la calle, cuando nos atrevemos a ir por la calle, dijo Reger. Vamos por la calle y vamos a la abyección, dijo, a la abyección y la desvergüenza, a la hipocresía y la maldad.

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Todos los días no da uno crédito a sus ojos ni crédito a sus oídos, dijo, todos los días ve uno, con espanto cada vez mayor, la decadencia de este país destruido y de este Estado corrompido y de este pueblo embrutecido. Y la gente de este país y de este Estado no hace nada por remediarlo, dijo Reger, eso es lo que a alguien como yo lo atormenta diariamente.

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Los políticos son los asesinos, sí, los genocidas de un país así y de un Estado así, dijo Reger, desde hace años, los políticos asesinan los países y los Estados y nadie se lo impide.

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El pueblo es siempre sólo un pueblo asesinado por los políticos, dijo Reger, pero el pueblo no lo ve, siente sin duda que es así, pero no lo ve, ésa es la tragedia, así Reger.

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Esa gente escribe desde hace decenios sólo una literatura sin pensamiento, escrita sólo para agradar y que también se publica sólo para agradar, así Reger. Mecanografían su tontería abismal y se embolsan por esa tontería abismal e insulsa todos los premios imaginables, dijo Reger.

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A toda esa gente la colman de becas y de premios y a cada instante hay un doctor honoris causa por aquí y un doctor honoris causa por allá y a cada instante se sientan junto a un ministro y poco después junto a otro y hoy están con el canciller federal y mañana con el presidente del Parlamento y hoy están en el hogar de los sindicatos socialistas y mañana en la casa de la cultura de los obreros católicos y se dejan agasajar y mantener. Estos artistas de hoy, efectivamente, no son sólo tan mentirosos en sus llamadas obras, son igualmente mentirosos en sus vidas, dijo Reger.

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El que roba veinte chelines es perseguido y encarcelado por la justicia, el que estafa millones y millares de millones en su puesto de ministro es expulsado, en el mejor de los casos, con una pensión gigantesca y olvidado enseguida, así Reger.

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Cuando abrimos el periódico, nos encontramos otra vez con un escándalo político, dijo Reger, realmente con un escándalo en el que están envueltos políticos de este Estado mutilado hasta lo irreconocible, que han abusado de su puesto, que han hecho causa común con el crimen. Cuando abre uno el periódico, piensa vivir en un Estado en el que la atrocidad política y en el que la delincuencia política se han convertido en costumbre diaria.

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Si el lector de periódicos abre el periódico ya de mañana, ese lector de periódicos se estropea ya de mañana el estómago y el día entero y además la noche siguiente, así Reger, porque se ve enfrentado con un escándalo político cada vez mayor, con una marranada política cada vez mayor, así Reger.

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Nos acostumbramos naturalmente durante decenios a un ser humano y lo amamos durante decenios y lo amamos en definitiva más que a cualquier otro y nos encadenamos a él, y cuando lo perdemos, es realmente como si lo hubiéramos perdido todo.

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Cuando uno ha perdido a su ser más próximo, todo le resulta vacío, ya puede mirar adonde quiera, todo está vacío y uno mira y remira y ve que todo está realmente vacío y de hecho para siempre, así Reger.   



[Alianza Editorial. Traducción de Miguel Sáenz]

Los profesionales: extracto de diálogo



JACK PALANCE:
-Todos ellos murieron por un ideal.

BURT LANCASTER:
-¿La revolución? Ja.
Cuando el tiroteo termina,
los muertos se entierran
y los políticos entran en acción
y el resultado es siempre igual:
una causa perdida.


JACK PALANCE:
-Así que...
...tú quieres
la perfección o nada.
Oh, eres demasiado romántico,
amigo.
La Revolución es como
la más bella historia de amor.
Al principio,
ella es una diosa,
una causa pura.
Pero todos los amores
tienen un terrible enemigo.


BURT LANCASTER:
-El tiempo.

JACK PALANCE:
-Tú la ves tal como es.
La Revolución no es una diosa,
sino una mujerzuela.
Nunca ha sido pura,
ni virtuosa, ni perfecta.
Así que huimos y encontramos
otro amor, otra causa.
Pero sólo son
asuntos mezquinos.
Lujuria, pero no amor.
Pasión, pero sin compasión.
Y sin un amor...
...sin una causa,
¡no somos nada!
Nos quedamos
porque tenemos fe.
Nos marchamos
porque nos desengañamos.
Volvemos porque
nos sentimos perdidos.
Morimos porque es inevitable.





[Escena doblada. Guión de Richard Brooks. Novela de Frank O’Rourke]

viernes, abril 25, 2014

La sociedad del cansancio, de Byung-Chul Han


Me interesan mucho los ensayos del autor coreano Byung-Chul Han: La sociedad del cansancio, La sociedad de la transparencia y La agonía del Eros, todos breves y editados por Herder. Hace poco compré los dos primeros y ya he leído uno de ellos (el tercero acaba de salir). Estos textos ocupan pocas páginas y al escritor le bastan esas pocas páginas para, mediante el matiz y la síntesis, ilustrarnos sobre el tema en cuestión. Han viene a decir que, si antaño al hombre se lo comían los virus y estaba acosado por las infecciones, hoy el enemigo (en general) es otro, consiste en un “cansancio infinito”, es un problema neuronal. Estamos cansados, la fatiga nos domina, y parte de ello proviene del cambio de una sociedad disciplinaria (la de Foucault, que constaría de cárceles, hospitales, fábricas o cuarteles) a una sociedad de rendimiento (la actual, que consta de gimnasios, bancos, oficinas o centros comerciales).

En 80 páginas, Han nos ilustra sobre todo esto, haciendo además una interpretación interesante del Bartleby de Melville: la lectura patológica de su negatividad. No me extiendo más porque yo también estoy cansado (y no es broma). Os dejo con algunos fragmentos:

Toda época tiene sus enfermedades emblemáticas. Así, existe una época bacterial que, sin embargo, toca a su fin con el descubrimiento de los antibióticos. A pesar del manifiesto miedo a la pandemia gripal, actualmente no vivimos en la época viral. La hemos dejado atrás gracias a la técnica inmunológica. El comienzo del siglo XXI, desde un punto de vista patológico, no sería ni bacterial ni viral, sino neuronal. Las enfermedades neuronales como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de la personalidad (TLP) o el síndrome de desgaste ocupacional (SDO) definen el panorama patológico de comienzos de este siglo. Estas enfermedades no son infecciones, son infartos ocasionados no por la negatividad de lo otro inmunológico, sino por un exceso de positividad. De este modo, se sustraen de cualquier técnica inmunológica destinada a repeler la negatividad de lo extraño.

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Hoy en día, la sociedad incurre de manera progresiva en una constelación que se sustrae por completo del esquema de organización y resistencia inmunológicas. Se caracteriza por la desaparición de la otredad y la extrañeza. La otredad es la categoría fundamental de la inmunología. Cada reacción inmunológica es una reacción frente a la otredad. Pero en la actualidad, en lugar de esta, comparece la diferencia, que no produce ninguna reacción inmunitaria. La diferencia postinmunológica, es más, posmoderna, ya no genera ninguna enfermedad. En el plano de la inmunología corresponde a lo idéntico. A la diferencia le falta, por decirlo así, el aguijón de la extrañeza, que provocaría una violenta reacción inmunitaria. También la extrañeza se reduce a una fórmula de consumo. Lo extraño se sustituye por lo exótico y el turista lo recorre. El turista o el consumidor ya no es más un sujeto inmunológico.

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La depresión es la enfermedad de una sociedad que sufre bajo el exceso de positividad. Refleja aquella humanidad que dirige la guerra contra sí misma.



[Herder Editorial. Traducción de Arantzazu Saratxaga Arregi]

jueves, abril 24, 2014

Próximamente: Poesía reunida


De Philip Larkin. En Lumen.

Tintes del cielo, de Natsume Sōseki


El cuarto título de la colección “Maestros del Haiku” corresponde de nuevo a Natsume Sōseki, un escritor que suele levantar pasiones y del que habíamos leído Sueño de la libélula en esta misma editorial. En la introducción se nos señalan los motivos que configuran su obra haikista: la observación de la naturaleza, la humanización de los animales o “los efectos acústicos acompañando a los visuales”. Parece que Sōseki fue cuestionado como escritor de haikus en A History of Haiku, pero Fernando Rodríguez-Izquierdo hace una defensa de su arte en la nota que abre el libro y nosotros estamos de acuerdo con él. Os dejo con cinco ejemplos:

La ipomea, ya a punto
de florecer: lo avisan
tintes del cielo.

**

Vendí mi escrito
por pagar un mejunje:
el humo antimosquitos.

**

También cuanto te quejas
del frío sobre tu piel,
te siento muy humana.

**

En tiempo de hojas jóvenes,
yo tiendo a recluirme
en mi escritorio.

**

Caen las flores
desmoronándose: sombras
que van fluyendo.


[Satori Ediciones. Traducción de Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala]

The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro


Durante años me ha costado elegir a mi superhéroe favorito entre Batman, Superman y Spiderman. Tal vez esté relacionado con la edad y con el momento en que uno los descubre. Supongo que primero me fascinó Superman por la película de Richard Donner de finales de los 70. Luego llegaron algunos capítulos de la serie de tv de Spiderman de aquella época, reconvertidos en películas (me refiero a la serie protagonizada por Nicholas Hammond) y los episodios del Spiderman animado, cuya emisión solía coincidir con mi entrada en la (maldita) catequesis cada viernes. Tal vez por el mismo tiempo vi el reestreno del Batman de la tele, el de Adam West; pero mi fascinación por Batman no llegaría hasta ver los estrenos de los filmes de Tim Burton y, especialmente, Christopher Nolan. Pero creo que en los primeros años de vida, es Spiderman el personaje que más embruja a un niño. Lo veo en mi hijo, que no ha cumplido aún 3 años y ya está fascinado por los tres personajes, pero su favorito es Spiderman, imagino que por los colores del traje (el rojo y el azul, más potentes que en la ropa de Superman) y por esa máscara de insecto.

Sé que la revisión (“reboot” lo llaman ahora) del personaje a cargo de Marc Webber cuenta con unos cuantos detractores. Pero también seguidores. Yo suelo situarme en un punto intermedio. Creo que este Spiderman tiene algunas virtudes y algunas taras. Y creo que el mejor tratamiento de este superhéroe sigue siendo el Spiderman 2 de Sam Raimi. Esas taras y esas virtudes de la primera entrega de Webber se repiten aquí, en mayor o menor medida.

Elementos que aplaudo: el enfoque juvenil del personaje, el humor que está muy presente en los tebeos y en las series de animación televisivas, los momentos puramente fantásticos (más aprovechados en esta secuela que en su precedente: la aparición de un enfermo y fantasmal Norman Osborn que recuerda un poco al Gary Oldman de Hannibal, la transformación de Max Dillon en Electro, el extravagante Doctor Kafka de la cárcel psiquiátrica, las heridas y la mirada perversa de Harry Osborn), el desfile de cameos (mención especial para Sarah Gadon, presente en Enemy y en Cosmópolis y sólo por eso ya figura de culto inmediata) y de actores secundarios, el guiño que dedica Webber al Green Goblin de Willem Dafoe (hay un plano que es calcado: cuando vemos por primera vez al personaje de espaldas, poniéndose el traje) y las interpretaciones de Jamie Foxx y del gran Dane DeHaan.

Elementos que detesto: la duración (le sobran 20 minutos o más), todas esas escenas en las que la tía de Peter Parker está a punto de descubrir la identidad de Spiderman y que poco aportan a la historia, los momentos de azúcar (que acaban siendo cansinos y tampoco logran que la historia avance, aunque Garfield y Stone están muy bien y se compenetran), el tratamiento casi teenager de todo el asunto, algunas de las peleas que parecen más cercanas al videojuego, algunos momentos en los que casi dejé de prestar atención a lo que contaban y me enredé en mis pensamientos, algunas canciones metidas con calzador. 

En fin, es un blockbuster, espectáculo puro, cine para chavales con algunos buenos momentos, en los que no falta esa sensación de carpe diem que funciona como motor de la película desde el momento del discurso inicial de Gwen Stacy. Sigo quedándome con Raimi.     

martes, abril 22, 2014

Sonny Liston fue mi amigo, de Thom Jones


Hace unos años conseguí encontrar en librerías de viejo dos de los tres libros traducidos del escritor norteamericano Thom Jones: El púgil en reposo y Sonny Liston fue mi amigo. Los tres son volúmenes de relatos. Leí el primero y me entusiasmó, y lo recomendé en este blog. No sirvió de mucho porque Jones permanece en el olvido en España (en su perfil de Facebook, por cierto, es bastante activo: es decir, no se trata de un autor alejado de las redes, sino que su actividad es constante).

Hace algunas semanas, conversando sobre libros de boxeo con el escritor Hilario J. Rodríguez y el cineasta Héctor Domínguez-Viguera, Hilario y yo recomendamos con entusiasmo los relatos de Jones. De vuelta en casa me di cuenta de que no había leído aún Sonny Liston fue mi amigo y de que me faltaba por conseguir Ola de frío, el tercero de sus libros traducidos. Así que me puse manos a la obra: empecé a leer el primero y encontré un ejemplar del segundo en Iberlibro.

En Sonny Liston fue mi amigo el autor sigue manejando los mismos temas (las secuelas de la guerra, los hospitales psiquiátricos, los cuadriláteros, las heridas emocionales, el campo de batalla, las fábricas) y retratando a los mismos personajes que pasean por el filo de la cuchilla (antiguos soldados, boxeadores, enfermos de cáncer, perturbados). Sus historias suelen ser bastante duras, próximas (me atrevería a decir) a las de Donald Ray Pollock, Chuck Palahniuk o Dan Fante, por citar algunos autores que también trabajan con seres humanos al límite y que sacuden al lector en cada página. Uno de los personajes del relato “La niña de papá” resume el mundo de Jones con esta frase: La vida es muy perra. Veamos un ejemplo con este diálogo del relato “Cuarenta y todavía en casa”, donde un tipo deprimido y su madre enferma discuten:  

-Deja de decir estupideces –cortó la señora Billis–. Mueve el culo de una vez, sal de la cama, consigue un trabajo, sal a la calle y busca una chica que te haga feliz. ¡Tú mismo eres tu peor enemigo! Y el mío, de paso. Fíjate en mí. Tengo cáncer, pero no me paso el día lloriqueando. Tengo setenta y tres años, pero todavía me levanto por las mañanas y me pongo a trabajar como una condenada.
Matthew estaba al borde de las lágrimas. Sin duda, lo que tenía era una crisis nerviosa.
-¿Por qué tienes que entrar aquí y hacerme la vida imposible? ¿No te das cuenta de que estoy desquiciado, como para recibir electroshocks? ¿O es que llevas la cuenta de mis ciclos vitales para aparecer en el peor momento posible? Tú no sabes lo infernal que resulta buscar trabajo. El capitalismo es el peor demonio creado por el hombre. Hay que ser un hijo de perra para triunfar en el mundo. Hasta que no puedes más y revientas. Y yo ya no puedo más. No aguantaría un minuto más haciendo de chupatintas en otra oficina. Tú no tienes ni idea de lo despiadados que son esos hijos de perra de hoy día. En tu época, la gente todavía era medio decente. ¡Te digo que el mundo está gobernado por hijos de perra, sin que nadie mueva un dedo por remediarlo!

Es en los diálogos donde Jones suele mostrarse más ácido, como en “Un claro de medianoche”, donde una señora pide a su hijastro que la acerque al hospital psiquiátrico donde está ingresado su primo:

-En mi vida he oído a nadie más malhablado que tú –dijo la señora Gordon.
Freddy la miró fijamente.
-Por si quieres saberlo, para mí el infierno es el día a día. Soy conocido por mi temperamento explosivo. Soy consciente de que toda aventura humana termina mal, pero esta visita es demasiado, Iona… ¡Oh, perdóname! Ya sabes que mi percepción de la realidad es difícil de soportar para los demás. Prometo no adentrarme más en la cuarta dimensión de mi desesperación. Si acaso, me limitaré a decir que este planeta sufre gangrena.
-La tierra sufre gangrena –repitió ella–. No vivimos en el paraíso. Ni de lejos.

El libro reúne doce historias, algunas tan sórdidas como la que se cuenta en “Te amo, Sophie Western”, donde un muchacho consumidor de ácidos y enamorado del personaje interpretado por Susannah York en la película Tom Jones, se ve envuelto en una pelea y en un desengaño amoroso y acaba haciéndole una mamada por cien pavos a un proyeccionista cojo. Sin olvidar la primera, la que da título al libro y cuenta la historia de un boxeador apodado Kid Dinamita.


[Muchnik Editores. Traducción de Antonio Padilla]   

Próximamente: Django Desencadenado


De Varios Autores. En Planeta de Agostini.
Una buena noticia: dentro de unos días sale a la venta el cómic basado en el guión de la película de Tarantino, que contiene pasajes que no vimos en cine. En la edición en dvd que yo tengo incluían las primeras páginas de dicho cómic. Por fortuna, en breve lo tendremos completo y traducido en un único volumen, en Planeta.

lunes, abril 21, 2014

La traductora de incendios, de Isabel García Mellado


mira su mano y ve que le falta la lluvia

**

se ve acabar los edificios con ojos de poema
letras gigantes y geométricas frente a un cielo muy blanco sin gaviotas
la enfermedad es una flor azul que te crece en el pecho sin permiso
con sus raíces negras atravesando tu cuerpo lentamente
se va a inundar el cielo con ojos de ciudades transparentes,
palabras-hospitales-pitido interminable intermitente
aquí nada es real ni tiene brillo
siempre suena este aire artificial en las paredes
y tú eres un ratón asustadísimo de tubos
dentro de una burbuja de cristal
desde la que te observan
hombres y mujeres cargados de unas definiciones que no entiendes
las horas son exactamente iguales unas a otras
echas de menos el mar
y tu nombre dentro de una botella

**

aquí el lugar que ruge,
el primer sitio seguro para ir
más tarde del derrumbe eres tú mismo

hay que mover las frases muchas veces
mandarlas de viaje, bucear con ellas
las palabras construyen los paisajes
anidan en la culpa y la entereza
modulan cuánto brillará la estrella
que echamos a rodar cuando entendemos
que porque un sitio ruge todo empieza
y las ciudades cambian sus sonidos
se suben los muchachos a los trenes,

la belleza por fin cobra sentido

**

un día me dijo un amigo
que me había visto asomada a una ventana
y creyó que yo era una pintura de algún artista
obsesionado por librarse de algo

**

cálzate el sombrero más absurdo
arruga la nariz y ríe todo lo fuerte que te deje tu cuerpo
recuerda el tigre blanco que alimentas
cuando tu corazón
es un indio salvaje que canta canciones azules


[Valparaíso Ediciones]

Gabriel García Márquez (1927 - 2014)


La muerte de Gabriel García Márquez me pilló lejos de Madrid: en mi tierra, de noche, tomando cervezas en un bar con varios amigos; no me llevé el ordenador y apenas tenía conexión a internet, por lo que no pude poner aquí la correspondiente "esquela". Sirvan de homenaje estas palabras de la que, para mí, es su mejor novela (teniendo en cuenta que sólo habré leído cinco o seis de sus libros), El amor en los tiempos del cólera: [...] la convenció de que uno viene al mundo con sus polvos contados, y los que no se usan por cualquier causa, propia o ajena, voluntaria o forzosa, se pierden para siempre.

Trailer de Jersey Boys


La nueva película de Clint Eastwood. Trailer: aquí.