viernes, mayo 30, 2014

Fin de semana en Valladolid y Zamora


Este sábado (31 de mayo) presentaré (junto a José M. Alejandro "Choche", diseñador e ilustrador de la cubierta) mi nuevo poemario, El amor en los sanatorios (Canalla Ediciones), en Valladolid, en la librería A Pie de Página, a las 13:00 horas. El domingo (1 de junio), ambos haremos lo propio en Zamora, en la Biblioteca Pública, a las 12:00 horas. Horario, en ambos casos, matutino. Seremos breves para ir luego a tomar unas cañas o unos vinos o lo que se tercie.

Sin City: A Dame to Kill For: otro cartel


Francesco Spinoglio y el homenaje a John Fante


Hace unas cuantas semanas, mi colega Francesco Spinoglio lanzaba la idea en Facebook: quería preparar una antología de homenaje a John Fante (arriba, en una foto poco conocida). Advirtió que sería muy estricto en la selección, que de nada valdría conocerlo, ser amigo suyo o muy famoso. Lo que le importaba es que el texto en cuestión fuera bueno y se notara que el autor conocía las obras y el mundo de Fante. A estas alturas aún le faltan unos pocos candidatos cuyos textos le convenzan. Me dice que, de momento, no hay ninguna mujer. Y me pregunto si a ellas no les gusta John Fante… No se trata de paridad ni de ser políticamente correctos, sino de decir de esta manera que las visiones femeninas son esenciales en estos homenajes, ya se trate de Céline o de Bukowski. ¿Alguna mujer se anima? Espero que muchas. Aquí os dejo las normas de Francesco:

El libro constará de 14 historias, con lo cual el número máximo de participantes será 14. Cada participante escribirá un relato (no un poema, ya que Fante no escribía poesía) de máximo 15 páginas. Estoy abierto a cualquier cosa pero seré muy estricto con la selección. Pueden participar estudiantes, escritores consagrados, escritores noveles, parados, extranjeros, etc. Solo se valorará la honestidad de los textos por encima del colegueo y la amistad, lo prometo. Si estáis interesados, podéis enviarme los textos a mi correo electrónico: elhombredeeldorado@hotmail.com

Dom Hemingway


La primera escena de esta película (del director de las notables The Matador y La sombra del cazador y del excepcional documental Descubriendo a John Cazale) es reveladora, y ya nos deja claro quién es el personaje del título y cómo se comporta y hasta qué extremos de provocación puede llegar. Domingo Hemingway, al que todos llaman Dom, es un ladrón a punto de salir de la cárcel. Lo vemos de cintura para arriba, desnudo, y alguien se la está chupando, intuimos. Dom empieza a hablar de su rabo, alabando sus virtudes, diciendo que se merece honores y cantares. Vemos que es un tío malhablado, con mal genio, un fulano excesivo y dotado de una verborrea que será la marca de la casa de su personaje.

Dom sale en seguida de prisión y se reencuentra con el pasado, donde, como es habitual, todo ha cambiado para peor (y es normal que cambiara todo: ha estado doce años a la sombra): su mujer se casó con otro y murió de cáncer, su hija no quiere saber nada de él, su mejor amigo perdió una mano no sabemos cómo, en los pubs ya no se permite fumar (y Dom es un experto en beber y fumar), hay tipos que aún le guardan rencor y aún le queda visitar a un mafioso ruso al que no delató, cumpliendo condena a cambio de su silencio. Dom Hemingway posee ese toque de los cineastas británicos que han seguido los pasos de Tarantino, o que han adaptado a sus costumbres y a sus formas la locura que vemos siempre en los personajes de QT. La película, pues, estaría en principio en la estela de Snatch, Layer Cake o RocknRolla. Pero, en vez de ser un festín de varios personajes bomba, en Dom Hemingway se construye todo el filme alrededor del encanto canallesco de Jude Law: es, en ese sentido, una película-personaje, como lo era por ejemplo Bronson. Y Jude Law, que engordó bastante y se puso algunos postizos y que en algunas escenas consigue acojonar al espectador, está a la vez excesivo y espectacular. En varios momentos se le va la olla, pero ahí radica (en ese exceso) el atractivo de su Hemingway, que acaba siendo a veces como el Jack Nicholson más histriónico (y admitamos que ese Nicholson también mola, y mucho).

Dom Hemingway, como digo, se sostiene sobre el personaje, que posee el don de la palabra (no creo que sea casual que comparta apellido con Ernest). Dom habla y habla e insulta y blasfema y acusa y suelta gracejos y no es capaz de callarse aunque esté delante de los gángsters más peligrosos de la ciudad. Y ahí también radica su encanto. Es cierto que la peli, en ocasiones, parece un poco deslavazada en el montaje (como me comentaba mi compadre Javier Vayá, a quien no le gustó la película), pero quizá porque es su función principal: presentar una trama episódica que, es obvio, no está a la altura de Tarantino, pero que funciona porque el conjunto es divertidísimo. A pesar de sus múltiples excesos, yo me lo pasé en grande; es la clase de filme del que, de verlo con 20 años, me hubiera aprendido los diálogos (como hacía con Arma letal o El sargento de hierro).

Trailer de A Walk Among the Tombstones


Cartel de The Trip to Italy


Trailer de Kill the Messenger


jueves, mayo 29, 2014

El affaire de Burroughs y Warhol, de Victor Bockris


Suelo comprarme todo lo que pillo de y sobre William S. Burroughs, aunque supongo que me quedará algún título pendiente. Por eso llevaba meses, casi diría que un año, esperando por este libro. En algún momento encontré la ficha del mismo, creo que en la web de Todos Tus Libros, y la edición se ha retrasado muchísimo. Pero la espera ha merecido la pena. Con un tamaño de folio, con numerosas fotografías de los implicados, con algunas viñetas y collages de esas imágenes, Victor Bockris (autor del imprescindible Con William Burroughs, entre otros) compila y comenta las charlas y reuniones que mantuvieron Warhol y Burroughs, dos auténticos emblemas del arte y de las vanguardias, dos ídolos absolutos. Bockris estuvo implicado porque no se limitó a hacer de testigo y oyente, sino que se las arregló para concertar los encuentros e intervenir con preguntas, apostillas y comentarios al pie.

El buscador de citas memorables no encontrará aquí tantas frases para enmarcar como suele ser habitual en ambos artistas porque (y es una de las características más notables del volumen) a veces los encuentros eran forzados, o Burroughs se soltaba poco, o había tensión en el ambiente (como esa reunión en la que cenan con Mick Jagger y éste acaba decepcionando al lector con su comportamiento y sus maneras algo bordes, todo lo contrario a lo que solía ser el viejo Bill). Pero, como digo, esa característica es una de las más notables porque las charlas despiden naturalidad, cada interlocutor trata de solventar el momento como puede, y el contraste entre los dos personajes principales es muy divertido: Burroughs siempre se muestra educado, comedido y prudente, las más de las veces; mientras que a Warhol le encanta hablar de hombres, de pollas y de chismes. Hacia el final, Bockris emplea un par de páginas para describir cómo eran ambos individuos y analizar la influencia que tuvieron en la cultura y en la sociedad; de ahí entresaco algunos extractos:

Como sendos líderes espirituales de sus tribus, William Burroughs y Andy Warhol fueron los artistas más subversivos de Estados Unidos. Entre los dos se enfrentaron al mayor de todos los sindicatos y cárteles de América: el FBI, Time/Life, la CIA y el Fantasma del complejo militar de Eisenhower. Ambos estaban bajo vigilancia policial y del FBI. No iban a hacer prisioneros.

**

Ambos eran inspiradores de modas y figurines. Ambos eran adictos al trabajo, a su trabajo, y nunca cogían vacaciones. Su trabajo era su vida. Ambos cultivaban la sátira, tomando como fuente y tema principal al pueblo americano. Ambos vivían sus vidas como una película que ellos mismos escribían, protagonizaban y dirigían.


[Libros Crudos. Traducción de Antón López]

Cartel de The Green Inferno


Próximamente: La comisión para la inmortalización


De John Gray. En Sexto Piso.

Wish I Was Here: 2º cartel


Cartel de Life of Crime


martes, mayo 27, 2014

Conversaciones en Giverny, de Claude Monet [Conversaciones]


Este libro tiene una de las mejores fotos de portada del año. Incluso antes de echarle un ojo al interior, ya quise tenerlo. Esa barba que abriga, ese pitillo en los labios que sólo se intuyen, ese sombrero y esa mirada de sabio únicamente podían corresponder a un artista de los de antes. Y así era Claude Monet, el llamado "maestro de los impresionistas". He leído estas conversaciones con placer y con mucha atención (es el tercer número de la colección, mientras el cuarto versa sobre Ana Frank y sale estos días a la venta: por eso he recalcado en el título del post su pertenencia a dicha colección). Se dividen en cinco apartados, cuatro de ellos dedicados a recrear los encuentros con Monet y las visitas a su casa y la transcripción de las entrevistas, y el último recopilando algunas ilustraciones en color (tanto de cuadros suyos como de otros maestros); además de incluir unas cuantas fotografías en las que vemos al pintor en su estudio, en su jardín o tras una operación de cataratas. En estas páginas, Monet habla de sus contemporáneos, de la pintura en general, de su propia obra, de su juventud… Aquí van algunas de sus declaraciones (y en este enlace puedes acceder a las primeras páginas):

No lo volví a ver hasta 1869, pero pronto intimé con él [se refiere a Manet]. Desde ese primer encuentro, me invitó a ir todas las tardes al café Batignolles, donde él y sus amigos solían reunirse a charlar al salir del estudio. Allí conocí a Fantin-Latour, a Cézanne y a Degas, que había llegado hacía poco de Italia, al crítico de arte Duranty, a Emile Zola, que debutaba como escritor, y algunos otros. Yo llevé a Sisley, Bazille y Renoir. No había nada más interesante que estas tertulias, con sus constantes discusiones. Las polémicas duraban hasta la extenuación, nos tratábamos con desinterés y sinceridad, nos hacíamos promesas llenas de entusiasmo, durante semanas y semanas, hasta llegar a la forma definitiva de las ideas. Siempre nos marchábamos más informados, con la voluntad más firme y el pensamiento más nítido y claro.

**

Hay hombres que no tienen honor, pero que siempre persiguen los honores…

**

Tan solo en un museo he tenido la gozosa impresión de la pintura fresca, de la pintura viva, caliente aún en la mano del creador: Madrid, El Prado. ¡Qué museo! El más bello de todos los que conozco. Cuando me he encontrado en aquellas salas, en medio de tizianos, rubens, Velázquez, tintorettos, se diría que fueron pintados ayer, rebosando como están de fuerza, de luz, de color; la emoción se apoderó de mí, se me agarró a la garganta y lloré; lloré sin poderme contener…

**

Trabajo y trabajo, y nunca pensar en el dinero. Desgraciadamente, en ocasiones tenemos que hacerlo. Cuando éramos jóvenes, a menudo tuvimos que vender por unos pocos francos telas que no deberíamos haber dejado partir con tanta facilidad. Pero por entonces era necesario. Renoir tuvo que pasar por ello, y Manet… No; Manet, no, que tenía posibles; pero Sisley tuvo, yo tuve. Ah, lo vemos demasiado a menudo: el trabajo del joven pintor rechazado por el comprador…, quizá la misma persona que cuando el artista se ha consagrado paga un gran precio por ella… por puro snobisme.


[Confluencias Editorial. Traducción de José Jesús Fornieles Alférez, Alfonso Fornieles Ten y José Miguel Parra]

El amor en los sanatorios: próximas firmas y presentaciones


Próximamente: Los siete años de abundancia


De Etgar Keret. En Ediciones Siruela.

Devil's Knot: nuevo cartel


Into the Storm: 2 carteles



lunes, mayo 26, 2014

Pronto, la 2ª edición de La próxima tormenta


Gracias a todos los que lo han hecho posible. En breve, la 2ª ed. de este poemario. Textos de Álex Portero. Edición de Origami. Cubierta de Mar del Valle. Epílogo de David González. Prólogo de un servidor.

La Fiera, de Ben Clark


¿CÓMO SE DICE ESTO QUE NO PERDURA?

ROBERTO BOLAÑO:
¿Cómo se dice esto que no perdura?
CRISTIÁN WARNKEN:
¿Lo efímero?
(Entrevista. 1999)

Esto que abrasa
y languidece
un momento después de haber colgado,
cómo se dice el rato que vivimos
antes de la noticia de la muerte,
todo lo que ocurrió entre los silencios.
¿Cómo llamamos
al espacio que queda en el cilindro
del bolígrafo sin tinta?
¿Cómo se llama el hijo que no tengo,
el libro que me hubiera liberado
de aquel funesto amor?
-¿Cómo se dice cuando uno ama así?-
¿Cómo se dice esto que nos falta,
ahora mismo,
mañana, esto que falta y siempre falta
un día antes, en otro sitio, en otra
habitación?
Esto que perseguimos toda una vida en vano,
esta pequeña estafa que nos mueve
y seduce y obliga a continuar,
ciegos, locos y solos.

**

SI LLEGA EL FIN DEL MUNDO
(21. 12. 12)

Si llega el Fin del mundo y tú te has ido
al gym porque hoy es viernes
y has dicho que no importa; que a ti nada
te va a impedir correr siete kilómetros
antes de que reviente el Universo.
Si llega el Fin del mundo y me sorprende
aquí, en el escritorio,
pensando en ti corriendo hacia el final
de los Tiempos,
quiero dejar escrito aquí y ahora
que me parece bien; que no concibo
un final más espléndido y más puro:
los atascos de un viernes por la tarde,
los compromisos rotos de otro sábado;
todas las cosas breves
empujadas de pronto hacia una huida
y mientras tanto tú
corriendo y preguntándote si iré
a buscarte después,
y mientras tanto yo
pensando en recogerte a la salida,
duchada y expectante, para irnos a cenar
como si no importara,
a ese bar de las tapas al que vamos
los viernes, cuando sales del gimnasio.


[Sloper]

Próximamente: Los hijos


De Gay Talese. En Alfaguara.

Cartel de The Homesman


Nothing Bad Can Happen: 3 carteles




domingo, mayo 25, 2014

Novelas, de Flannery O'Connor


Otra lectura pendiente que tenía pendiente eran las obras de Flannery O'Connor. He empezado por sus dos novelas, aprovechando que Lumen las sacó en un único volumen: la famosa Sangre sabia (que John Huston hizo aún más célebre al adaptarla al cine) y la menos conocida Los violentos lo arrebatan (publicada anteriormente como Los profetas). Como en la obra de tantos autores sureños, hay personajes marginales, situaciones duras y bastante crueldad. Flannery siempre fue una de las escritoras más solventes en ese terreno. De las dos novelas, tal vez Los violenos... sea más perfecta, más acabada o más trabajada, pero yo me lo he pasado mejor con Sangre sabia, quizá porque contiene más toques de humor negro.

Sangre sabia va sobre predicadores, sobre un hombre llamado Hazel Motes, estrafalario y perdedor, quien anuncia a los cuatro vientos que él no cree en nada, y por eso funda "La Iglesia sin Cristo" (pero al final acaba predicando, aunque sea basándose en una religión sin deidad); alrededor de Motes va desfilando una galería de personajes para enmarcar, como el predicador que se hace pasar por ciego o el policía que le espeta al protagonista que "No me gusta su cara" (lo que recuerda a algunos de los personajes más memorables de los Coen, como ese sheriff que agrede a Jeff Bridges en El gran Lebowski).

En Los violentos lo arrebatan, cuyo título proviene de una cita de los evangelios, encontramos a un huérfano que ha soportado la rudeza de su tío abuelo, el hombre que lo crió (que afirma ser un profeta), y que, al morir éste, va en busca de su tío, un maestro medio sordo que es padre de un niño retrasado y que odiaba al viejo, y que intenta "salvar" al chaval de las locuras y la educación que le inculcó su tío abuelo. En fin, aquí lo que importa no es quién va hacia dónde, sino lo que esos personajes dicen, los conflictos que se crean entre ellos, la narrativa que despliega la autora.

Si la primera novela me recordó a los Coen, la segunda me ha hecho acordarme de Donald Ray Pollock, aunque las situaciones de los libros de Pollock son más violentas y los personajes son perros más feroces. ¿Qué quiere decir todo esto? Pues que la influencia de Flannery O'Connor es evidente (e importantísima) en muchos escritores y directores de cine contemporáneos. Dos grandes novelas sobre la fe, la culpa y la perversidad.


[Lumen. Traducción de Celia Filipetto]  

Cartel de Sils Maria


Próximamente: Atrapados en el paraíso [Nueva edición]


De Patxi Irurzun. En Pamiela.

Dos carteles de Winter Sleep



Cartel de Lucy


viernes, mayo 23, 2014

Días de ruta, de Vicente Muñoz Álvarez


ARDE BABILONIA

toda la noche dando vueltas
y vueltas en la cama
pensando en cómo salir de esta crisis


para los que no lo sepáis, además de escribir vendo zapatos, soy representante de calzado y la cosa, al menos en mi gremio, echa humo y está a punto de hundirse y arder… fábricas y tiendas que cierran, negativas continuas, jubilaciones anticipadas, traspasos, despidos e impagos… ser comercial en los tiempos que corren es poco menos que una quimera, una entelequia, pero aquí estoy, sustituyendo ordenador y pluma por duplicados y muestras, con el pelo rapado y el disfraz de hombre cuerdo preguntándome cuánto tiempo más podré resistir hasta que babilonia definitivamente reviente… nuestro mundo se pierde, nuestro esquema naufraga, nuestros ingresos descienden, nuestra autoestima flaquea… es lo que nos ha tocado vivir, nuestro presente, el estado de bienestar, a lo que el capitalismo ha llegado… toda la noche dando vueltas y vueltas en la cama pensando en cómo salir de esta crisis y ahora toca ponerse el disfraz y la máscara y fingir que todo fluye y encaja, aunque ninguna pieza encuentre acomodo ni espacio dentro de mí…


pienso en quemarlo todo
en desaparecer
en marcharme a la India
en emigrar


¿dónde está el camino de baldosas amarillas?

**

MALDITOS

durante el paseo por el bosque esta mañana

pensé


que ninguno de los escritores de mi entorno (y conozco a cientos) vive realmente de la literatura, su literatura no se remunera, no se reconoce, apenas se reseña, algunos tienen trabajos que les desconcentran y alienan, otros ni siquiera eso, se dejan la sangre y las vísceras en el papel y a veces, si hay suerte, les publican libros (que apenas se distribuyen y nadie logra encontrar), pero casi nunca cobran por ello derechos de autor, un simple comentario les tumba o anima, son los mejores cerebros de mi generación y están perdidos, frustrados, rotos, aunque casi nada logra hundirles, vuelcan en sus textos sus esperanzas y miedos y eso les suele salvar, se caen y se levantan cientos de veces, reciben golpes bajos, sudan tinta a chorros, se reúnen, se asocian y montan revistas, organizan lecturas, encajan mil negativas, les engañan, les ningunean, les traicionan, madrugan o trasnochan para escribir y corrigen y destruyen continuamente sus libros, aguantan suspicacias y recelos, se queman y renacen a diario de sus propias cenizas, no tienen casa propia ni planes de jubilación, les fagocita el sistema, escuchan resignados el dedícate a otra cosa, se refugian en trincheras, malviven y envejecen en pisos de alquiler, frecuentemente les abandonan sus parejas, padecen insomnio, dudan, naufragan, se ahogan, les miran mal los cuerdos, no les entienden los locos, sus coches, si los tienen, son chatarra pura, imposible pagar el seguro y llegar a fin de mes…


reman contracorriente
luchan contra todo
pelean siempre a la contra
y aún así
conservan la dignidad
¿son o no escritores malditos?

**

SALDO

por pedirle demasiado a la vida
me he desgastado tanto

por perseguir ciego un reflejo
no he alcanzado la meta

por confiar tanto en la gente
me siento un extraño


por desear siempre el mañana
no he disfrutado el momento

por esperar tanto del mundo
he tropezado en su muro

por no llevar careta
estoy pagando un precio

**

FRONTERAS

están primero
las metas

lo que te gustaría ser
cómo desearías estar parecer
dónde querrías llegar

y están después
las fronteras

lo que realmente eres
cómo estás pareces
dónde te encuentras


asumirlo lleva
toda la vida


[Lupercalia Ediciones]

Carteles de These Final Hours




Próximamente: Comida para perros


De Gsús Bonilla. En Baile del Sol.

The Giver: 8 carteles









jueves, mayo 22, 2014

La fuerza de los fuertes, de Jack London. Ilustraciones de Mar del Valle


Este relato, bellamente ilustrado por Mar del Valle, debería ser lectura obligatoria en los colegios. Lo explico. La fuerza de los fuertes es una metáfora de cómo el hombre, con el paso de los siglos, ha ido creando sistemas sociales de orden que, al final, han acrecentado las injusticias y los desequilibrios entre quienes poseen mucho y quienes tienen poco. Para ello, London se vale de una tribu de semi-salvajes (aunque ya están dejando de serlo) en la que destaca Barba-Larga, un venerable anciano que cuenta a sus nietos cómo pasaron de un sistema individual, propio de la defensa y la alimentación de cada familia, a un sistema colectivo donde las familias procuran apoyarse unas en otras, haciendo de su unión la fuerza para sobrevivir a la hambruna y a los ataques enemigos. Pronto empiezan a establecer leyes, como vemos en este pasaje:

»Los hombres que no tenían mujer querían las mujeres de los otros, lo que ocasionaba múltiples peleas entre los hombres, y a menudo se veía la cabeza de uno quebrada o una lanza atravesando el cuerpo de otro. Mientras uno de los vigías estaba en lo alto de la divisoria, otro hombre le robaba su mujer, y entonces el que vigilaba tenía que bajar a luchar con él. Entonces el otro vigía también temía que le robasen a la suya, con lo cual acababa bajando también. Asimismo había problemas entre los diez hombres que siempre debían llevar las armas, porque una mitad luchaba contra la otra mitad, hasta que una de las partes huía hacia la playa y la otra salía en su persecución.
»Así fue como la tribu se fue quedando sin ojos y sin guardianes. Ya no aunábamos la fuerza de los sesenta. Ya no teníamos fuerza alguna. Decidimos entonces celebrar un consejo y establecer nuestras primeras leyes. Por aquel tiempo yo sólo era un cachorro, pero lo recuerdo bien. Dijimos que para ser fuertes no debíamos luchar entre nosotros, y acordamos que si un hombre mataba a otro, la tribu lo mataría a él.

Pero, hacia la mitad del relato, encontramos esta frase: Por aquel entonces apareció el dinero. Y es ahí donde los problemas se multiplican. Donde los hombres más fuertes y con más propiedades crean el dinero (conchas finas ensartadas en cuerdas) como objeto de cambio. Y es entonces cuando unos se adueñan de todo, y se aprovechan de los más débiles, y se va creando el sistema de castas y de clases sociales. Y, al final, quienes más tienen son los que menos trabajan y los que más comen. Y no sólo el dinero: también hay una especie de juglar que, cuando el pueblo está a punto de rebelión, inventa canciones que apaciguan a la gente, y otro indígena invoca la palabra de Dios y los amansa. De ese modo, mediante canciones de propaganda, alusiones a la ira divina y el dinero como base de todo, los unos controlan a los otros. Este relato (que se enriquece con las ilustraciones de Mar del Valle y con una traducción que hace justicia al gran London) explica muy bien todo aquello por lo que ha pasado el hombre, todo aquello que aún soportamos. Por eso, insisto en ello: en las escuelas debería ser lectura obligatoria.


[Ediciones Traspiés. Traducción de Rafael R. Vargas Figueroa]

Días de ruta

llueve sin descanso en la tierra estos días mientras, tienda tras tienda, voy cubriendo la ruta, recogiendo humildemente migajas e intentando convencer a mis clientes de que compren este modelo o aquel, navegando a la deriva en la furgoneta y peleando contracorriente para sobrevivir dignamente al naufragio… pero ellos, mis clientes, agachan la cabeza y contienen a duras penas su rabia, me hablan de enfermedades, penurias y miedos, de lo mal que está la cosa y de que no acompañan las ventas, de lo que les ha sobrado de la campaña anterior y de que están al límite de sus posibilidades y fuerzas… o me comentan, para variar, las noticias destacadas del día: Nacho Vidal y la mafia china, el desliz de la selección frente a Francia, el inminente rescate europeo o la ineficacia de las medidas que toma el Gobierno… y yo asiento imperturbable y digo a todo que sí, no tengo ganas ni fuerza para discutir, sólo quiero terminar cuanto antes la ruta y entregarme a la piel suave de mi compañera y al arte no remunerado de la ensoñación…

es un mundo
extraño

me digo

pero el amor
es más fuerte

el amor
es más fuerte


Vicente Muñoz Álvarez, Días de ruta

Sin City: A Dame to Kill For: 5 nuevos carteles